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Con 47 años Salvador Álvarez Martín disfruta al máximo de su pasión por el kárate, aunque no siempre fue así. Empezó a practicarlo con 15 años, pero con 21 lo dejó, sin embargo, de la mano del Club Karate Arge, el deportista lagunero decidió refugiarse en el deporte y hacer del kárate su estilo de vida. Regresó a la competición y ha conseguido numerosos títulos nacionales, además, ha asistido en tres ocasiones a concentraciones de parakarate con la Federación Española.
¿Cuándo empezaste a practicar el kárate y por qué?
Empecé a practicar el kárate en 1989 y estuve como seis años. Empecé cuando tenía alrededor de 15 años y lo dejé con 20 o 21 años porque me desmotivé. Fui a examinarme del primer dan y en esa época era mucho más difícil conseguirlo porque tenías que hacer un combate al final con otro que también se estuviera examinando y tuve la mala suerte de perderlo. Me desmotivé y lo dejé. Ahora, cuando han pasado más de veinte años decidí retomarlo. De eso hace más o menos tres años.
¿Qué te hizo retomarlo?
Al principio empecé a ver competiciones porque mi sobrino estaba practicando kárate y me fui motivando. Tenía ganas de volver, pero decía “mira la edad que tengo”, sin embargo, lo que hizo decidirme volver al cien por cien fue conseguir el cinturón negro en el primer dan y ser monitor para dar clases y tener otro trabajo. Yo soy carpintero de madera y con 18 años tuve un accidente y me amputaron cuatro dedos de la mano izquierda. Me dieron la incapacidad total y quería tener otro trabajo. Siempre me ha gustado el kárate y enseñar a niños pequeños. Por eso decidí volver.
¿Cómo fue ese proceso de volver a practicar el kárate?
Al principio tuve que practicar mucho porque al dejarlo hace más de veinte años me había olvidado de las katas. Los movimientos no me costaron tanto porque siempre he sido deportista y he hecho otros deportes que me han gustado, pero tuve que aprender de nuevo para examinarme de cinturón negro en el primer dan, que era mi objetivo. Pero cuando empecé con Sara Navarro en Casa Venezuela, cogí rápido la técnica de nuevo y ella fue la que me inculcó volver a competir. Yo le decía que no, que ese no era mi objetivo, pero me apuntó en una competición sin contar conmigo para que me soltara delante de los árbitros y cuando tuviera que examinarme no pasara tantos nervios. Fui a la primera competición, me fue muy bien, aunque no gané porque fui con gente buenísima, pero a partir de ahí tuve la opción de ir a la Liga Nacional de parakarate en la península. En el 2019 tuve la suerte de quedar primero en la primera prueba en Guadalajara, en la segunda en Leganés quedé segundo y me clasifiqué para la final. Quedé campeón y Grand Winner por la puntuación. Eso me motivó muchísimo más. Ya después, el año pasado, fui al Campeonato de España y quedé tercero, pero no fui Grand Winner porque no pude participar en las tres pruebas y no tenía puntos.
¿Qué fue lo que te enamoró del kárate dentro de las artes marciales?
Me enamoró la disciplina, el respeto, la humildad, todo lo que conlleva el kárate. Desde un principio me llamó muchísimo la atención. Soy una persona a la que realmente no le gustan las peleas porque hay mucha gente que se mete en las artes marciales para ir “buscando pelea” y eso nunca me ha gustado. Utilizar el kárate en defensa propia, sí, pero no es para agredir a los demás y eso es lo que se inculca a los niños cuando se les enseña.
¿Con qué momento de tu carrera deportiva te quedarías?
Me quedaría con la satisfacción de haber ganado el Grand Winner después de haber dejado tanto tiempo el kárate. Realmente me quedé muy satisfecho cuando saqué el cinturón negro primer dan el pasado mes de julio porque me había quedado con esa espinita cuando era pequeño. Y ahora, con mi edad, lograr el cinturón primer dan me llenó personalmente.
Sin embargo, no todo ha sido bueno. ¿Cuál ha sido el momento más difícil que has vivido?
Si me tengo que quedar con un momento malo fue cuando no pude lograr el objetivo que tenía, conseguir el cinturón en el primer dan. Eso me desmotivó porque como, me dice todo el mundo, si no lo hubiera dejado imagínate ahora el profesor que sería de kárate, pero nunca es tarde para retomarlo.
¿Qué significa para ti el kárate?
Significa mucho porque me hace sentir mejor persona, responsable, que ayuda a otras personas a practicarlo, a que disfruten de este deporte que es tan bonito, que puedan sentirse competidores y karatecas.
¿Cómo definirías tu temporada pasada?
Fue buenísima, pero me quedé con la espinita del bronce en el Campeonato de España porque hubo unos problemas. En la primera ronda quedé 20 décimas por debajo de mi rival, con quien me estaba disputando el campeonato en mi kata, y en la segunda ronda, que yo creía que le iba a superar, hubo un mal entendido. Cuando le dije al juez la kata que iba a hacer, Anan, ellos me entendieron Anan Die y esta tiene más movimientos que la que yo hice. Así que cuando yo hice mi kata me la dieron por penalizada porque me dijeron que había hecho otra kata. Al final, los jueces me valoraron, pero me quedé con esa espinita de no poder ganar ese campeonato.
¿Qué retos tienes para este 2022?
Hace poco participé en el campeonato sénior sin ser de mi modalidad, parakarate, y obtuve un buen resultado, pasé la primera y casi paso la segunda. Ahora el objetivo que tengo es poder participar en todas las pruebas en Liga Nacional, poder ganarlas, pasar a la final y ser Grand Winner de nuevo. Y si me lleva la Federación Canaria al Campeonato de España, quiero intentar quitarme la espina del bronce y ser primero.
¿Cómo viviste las tres concentraciones de parakarate con la Federación Española?
El departamento de parakarate de la Federación Española siempre invita a karatecas con diferentes discapacidades y me seleccionaron a mí dentro de la discapacidad física. Fue un fin de semana en el que estuve con compañeros de karate, conviví con ellos, entrenas mañana y tarde con profesores muy buenos. Es una experiencia inolvidable porque estar al lado de profesores que son séptimos u octavos dan es un privilegio que no se pude explicar con palabras.
¿Cómo ves el futuro del kárate?
Cada día hay más niños y niñas. Por ejemplo, nuestro club ha crecido mucho desde el año pasado. Con la pandemia pensamos que iba a bajar el nivel, pero aumentó. Teníamos clases de niños lunes y miércoles, pero no sé lo que pasó que se empezaron a apuntar y ahora tenemos grupos los lunes y miércoles, y otros martes y jueves, con alrededor de 12 niños y niñas cada grupo. Vemos que hay bastante cantera, tenemos muchos objetivos y hay niños que están siendo muy buenos.