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María del Pilar Ramos Guanche ostenta desde el año 2000 el récord absoluto femenino canario de maratón, logrado en Rotterdam (Países Bajos), así como el récord de los 10.000 metros lisos en pista, vigente desde 1998. La atleta lagunera fue preseleccionada para representar a España en el Campeonato del Mundo, y solo necesitaba igualar o mejorar su marca en la Maratón de Hamburgo para asegurar su participación. Sin embargo, una lesión crónica truncó esa oportunidad, y hasta el día de hoy no ha logrado recuperarse completamente. Aunque su lesión frenó su carrera como atleta, que aspiraba al más alto nivel, nunca dejó de lado su pasión: correr. En la actualidad, sigue vinculada al mundo de la carrera como corredora popular.
¿Cómo fueron sus primeros pasos en este mundo?
Pues la verdad es que empecé casi por casualidad. Tenía 11 años cuando me apunté al Cross del Cristo, y me encantó la experiencia: me hizo sentirme viva. Un vecino, al ver que no se me daba mal y que disfrutaba muchísimo corriendo, me puso en contacto con Pedro Dorta, que en aquel entonces era entrenador y presidente del club CEA Tenerife CajaCanarias 1984 de La Laguna, y ahí empezó todo. Desde ese momento, el atletismo me atrapó. Con el tiempo entendí que no se trataba solo de correr; era una forma de ganar confianza, de superarme. Cada entrenamiento se convertía en un reto, y aunque no sabía hasta dónde podría llegar, tenía claro que iba a darlo todo para conseguir mis objetivos. Me inspiraba en referentes que admiraba y seguía de cerca, como era el caso de Basilio Labrador.
Este 16 de abril se cumplen 25 años del récord absoluto femenino canario de maratón que usted ostenta, ¿qué siente cada año que pasa y mantiene esa hazaña histórica?
Siento una mezcla de gratitud, orgullo y asombro. Gratitud por haber vivido ese momento tan mágico en mi vida, orgullo por todo el trabajo silencioso que hay detrás, y asombro porque han pasado 25 años y ese registro sigue ahí. Más allá del número, para mí ese récord simboliza una etapa muy especial, de entrega total y de sueños grandes. Lo llevo en el corazón como un regalo.
¿Siente el reconocimiento de sus compañeras y compañeros ante tal logro?
Sí, lo siento, y lo valoro muchísimo. A lo largo de estos años he recibido palabras llenas de cariño y respeto por parte de otros atletas y personas del mundo del deporte. No hay mejor recompensa que saber que tu esfuerzo ha inspirado o dejado huella. A veces, incluso sin darte cuenta, estás marcando el camino de otros, y eso es muy bonito.
¿Cuál ha sido su mejor y peor momento en esta disciplina?
Mi mejor momento fue, sin duda, el día que logré el récord en Rotterdam. Todo fluyó, fue un día de plenitud. El peor fue cuando tuve una lesión importante ese mismo año, que me apartó de los entrenos y de la competición durante mucho tiempo. Sentí que perdía una parte de mí. Pero también fue una etapa de mucho aprendizaje. Al final, hasta los momentos oscuros traen luz si sabes mirar más allá del dolor.
¿Cómo ha ido evolucionando con el tiempo su trayectoria deportiva? ¿En qué competiciones participa hoy en día y que le mueve a seguir?
Durante mi etapa más exitosa estuve bajo la dirección de Basilio Labrador, y antes de eso, durante trece años, entrené con Pedro Dorta. A lo largo de mi carrera he fichado por varios clubes locales, incluido el club de triatlón Triteide, con el que también participé en varios duatlones. He tenido la suerte de ganar muchas pruebas a nivel regional en diferentes disciplinas: campo a través, pista, montaña y ruta. Y aunque la lesión frenó mi carrera como atleta que aspiraba al más alto nivel, nunca dejé de correr. Hoy sigo activa como corredora popular y, sobre todo, muy agradecida de poder seguir disfrutando de este deporte que me ha dado mucho.
¿Qué significaba para usted representar a La Laguna cada vez que competía?
Para mí siempre fue un orgullo enorme. Sentía que llevaba conmigo a mi gente, mis calles, mis raíces. Correr representando a La Laguna era algo muy especial, porque es el lugar donde crecí, donde empecé a soñar con este deporte. Me daba un plus de motivación, como si no corriera solo por mí, sino también por todos los que me habían acompañado en el camino. Y, además, sabía que después de cada prueba terminada, de cada éxito conseguido, iba a recibir el cariño de tanta gente de mi isla, y en especial de La Laguna. Es muy grato, por ejemplo, entrar en una panadería y que te reconozcan y te feliciten. Ese cariño era vitamina pura para mis piernas, que soñaban con seguir sumando kilómetros.